Hoy, Miércoles Santo, víspera de Jueves Santo... Sentimiento —y sensación— indefinibles en el alma. Mañana es el Gran Día de Nuestra Religión. Un manojo litúrgico de conmemoraciones; la Institución de la Eucaristía, el Proceso de Jesús, el Lavatorio, la Oración en el Huerto. La atmósfera, traspasada de luna, está poseída de ensoñación mística. Esta luna del catorce de Nisán es una luna cristiana, netamente religiosa. Luego vendrán las lunas paganas del estío. Y las románticas —entre sombríos nubarrones— del otoño. Y las frías, nítidas, del invierno... Esta de ahora es luna de Semana Santa, entre lejanos rumores de trompetas y atambores; luna para iluminar los rostros lívidos de los Cristos agoniosos; luna, no para el canto flamenco de amor y guitarra, sino para el suspiro tremente de la saeta.
Mañana será el pausado día lento y solemne, matizado de penumbras —penumbras líricas— inefables. Día de equilibrio entre el Amor —el Sacramento— y el Dolor —la Pasión morada que se presiente—. Día de alburas sacerdotales y de azules nidios; de silencios y de salmodias; de tácito callejeo rumoroso, sin estridencias, sin tráfago, sin prisas... El templo irradiará a la calle e invadirá las plazas. Adoptará el ambiente todo, un tono de contrición perfecta. Habrá como una vergüenza íntima de todos los pecados replegados. La Primavera misma esconderá sus evanescencias y se sentirá signada, ella tan aromosa, de la gracia del incienso.
Habrá niños inocentes en cada esquina con el alboroto expectante de un fervor embrionario, todavía en fase incipiente de curiosidad. Cirios suplicantes, en los altares. Y flores fragantes. Y rezos, rezos... Monjiles rezos en los coros: rezos insinuantes, dulzones, bisbiseantes, atropellados rezos en voz baja de los fieles que entran y salen.
Pasos, pasos, pasos. Arrastrados pasos reiterados, anónimos, de la muchedumbre que visita las Estaciones. Gracias a Dios no se oye en toda la ciudad el ruido de ninguna máquina, de ningún motor... Solo el silencio.
Miércoles Santo de 1951. Once y media de la noche. Úbeda.
(De su diario personal)
(Fotografía: Luis María Moreno)
No hay comentarios:
Publicar un comentario