¿Cómo es posible entrar en una catedral y permanecer impasible? El silencio catedralicio está poblado de mil murmurios entrañables, de mil "soledades sonoras", de mil "músicas calladas". En su paz se percibe el parloteo espléndido de todas las flores arrojadas, de todos los sucesos retirados de la circulación... Pero en la catedral aquellas flores dan nueva fragancia si la sensibilidad del visitador acierta a percibirla, y por la catedral circulan, sin semáforo que les detenga el paso, aquellos sucesos relegados. ¡Ah! Siempre los vivos somos menos que los muertos. Por eso la catedral solitaria —anclada entre el bullicio urbano— tiene, en todo momento, más densidad de población.
Juan Pasquau, en La catedral de Jaén, Diario Jaén, 18 de octubre de 1969
No hay comentarios:
Publicar un comentario