Vivía
en una de estas casas encaladas por de fuera, sombrías puertas adentro. Ella
era la santera de San Lorenzo. Tenía siempre limpios —manteles nuevos,
candelabros relucientes, rosas en los jarrones— los altares. Yo la conocí.
Fregaba desinteresadamente la iglesia en las vísperas del Jubileo. Donó a la
iglesia una Virgen vestida, con su urna de cristal...
Quemaron
la iglesia. Destruyeron los albos manteles del altar del “Señor del Consuelo”.
Hicieron fogatas con las astillas del órgano, en el pavimento del templo. Ardió
la virgen de la urna... Juanica “La Cuella” murió a los pocos días. No pudieron
ir curas en su entierro.
(De
BIOGRAFÍA DE ÚBEDA, 1958)
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