Dios se manifiesta al corazón. Dios se nos ofrece en lo más íntimo, en lo más profundo de nosotros mismos. Y todo lo bueno, todo lo bello —todo lo que procede de Dios— también. El agua y el oro vienen siempre de lo hondo. No están lejos, están nada más que eso: hondos. Y cuesta dejar la cosecha para buscar la mina.
Juan Pasquau, en A la memoria de mi madre, Diario Jaén, febrero de 1948
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