Las ciudades sin río son, un poco, ciudades sin amor. Mirarse en otros ojos es, para el enamorado, el compendio de la felicidad. ¡Ah, esas ciudades sin río, esas ciudades sin espejo en que verter, suavemente, el temblor íntimo!
Juan Pasquau, en Mengíbar en la imaginación, Diario Jaén, 1951
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