Un convento es... ¿Qué es un convento? El mundo “progresa”, la Historia recorre épocas y edades, las gentes cambian de mentalidad, las costumbres se transforman...; mejoran los hombres, empeoran los hombres, desaparecen unas instituciones, se instauran otras; sistemas políticos flamantes, sustituyen a sistemas políticos caducos; hay revoluciones, hay evoluciones, las cosas se derrocan, las cosas suplantan a las cosas... Pero he aquí los Conventos.
Están en cualquier apartado rincón de cualquier ciudad. Al amanecer, suena una campanita nítida —nítida en el albur del silencio— en cualquier pueblo, en cualquier villa. Es la campanita “de los frailes”; es la campanita “de las monjas”. Vuelve a sonar esa campanita a mediodía, a la hora de vísperas; torna a sonar al atardecer, reincide a medianoche, a la hora de maitines... Unas generaciones suceden a otras generaciones, las modas se truecan; cada tres años, cada dos años, visten con arreglo a patrones diferentes las muchachas de la ciudad... ¿Por qué suena siempre, todos los días, durante todas las estaciones, a las mismas horas, la “campanita de los frailes”, la “campanita de las monjas”? Los viejos de hoy, son los jóvenes de ayer; los niños de hoy, son los jóvenes, los hombres de mañana; todos saben que siempre, siempre, invariablemente, marca un hito, en el correr del tiempo, la campana conventual.
Pero, ¿a qué?, ¿a quién convoca la campana conventual? Los Conventos están ahí, tienen una presencia, a despecho del tiempo debelador. ¿Qué son, qué significan los Conventos? ¿Qué mensaje, qué admonición, qué invitación sugieren?
No sabemos si el mundo entero es una pregunta; no sabemos si nuestra vida completa, —la vida total de la ciudad— implica una interrogación. Una interrogación que a veces adopta trémolos de angustia; una interrogación que frecuentemente se emulsiona en frívolas soluciones banales... ¿Será el Convento —el convento que al alba, al mediodía, al atardecer, lanza al aire su invitación mística—, será el convento, la solución exacta, la respuesta alentadora la pregunta inquietante? Cada época, cada tiempo, conjuga su desasosiego; su pregunta circunstancial, con la inquietud radical, eterna; cada tiempo tiene sus problemas. ¿Está dando siempre la respuesta —repetimos— la campanita del Convento, llamando a oración entre el tumulto, convocando a oración entre el silencio?
(De BIOGRAFÍA DE ÚBEDA)
(Fotografía: Pedro Mariano Herrador Marín)
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