Porque,
¿qué es la Serenidad? ¿No es una armonía fundada en equilibrios? ¿No es una
emoción basada en conciertos previos? Los afectos contrarios han enfundado su
garra retráctil y una sonrisa ha estipulado la paz. Se han detenido los
elásticos corceles que espoleaban jinetes orgiásticos... Las corvas águilas
abandonan su presa y trazan en el azul el rumbo mayestático de una nobleza...
No porfían con ejércitos de encontradas nubes el ábrego y el cierzo,
exorcizados ya en su veloz carrera... ¿Qué sucedió?
Pero la ciencia de la Serenidad es difícil. Ella es algo
más que calma —simple embotamiento—, algo mejor que la misma paz; imprime
elegancia en las cosas y en los hombres. Es —reiterésmolo— no un logro o una
adquisición: es una gracia. Pueblos y hombres hay con serenidad. Los hay. Pero
no intentéis imitarlos con recetas. La serenidad es personal; no se copia la
elegancia.
Juan Pasquau, en Úbeda,
Ciudad del Renacimiento Andaluz,
Obra Cultural de la Caja de Ahorros de
Granada, 1973
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