El mar llega a nuestros pies sin furia y sin empuje. Diríase
que, en el playa, el mar experimenta un desaliento. Porque él, probablemente,
quiere un encuentro embravecido con la tierra. Acantilados abruptos, parece que
desea él. Rocas que respondan a su embate con la hostilidad. Espuma y furia
ambiciona: guerra. Y la playa es… el armisticio, es la bandera blanca, es el
Munich, es la coexistencia. La tierra y el mar se besan en la playa sin belleza
y sin combate. Y se besan sin amor…
Juan Pasquau, en Notas del vago estío, Revista VBEDA, núm. 97, julio y agosto de 1958
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