La vitalidad no consiste
en aferrarse a la vida, sea como sea, sino en dar un sentido y una dirección a
esa misma vida que no ha de medirse; antes bien ha de pesarse. En otros
términos, a las gentes anodinas —a la mayoría de las gentes— importa, en la vida,
el continente más que el contenido. Vivir muchos años, aunque sean unos años
vacíos, es la aspiración suprema de no pocas personas que estiman una
existencia sin esencia, una existencia intransitiva, fin y principio de sí
misma, carente de densidad y de sustancia.
Juan Pasquau, en Polvo Iluminado, 1948
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