BLOG SOBRE JUAN PASQUAU - PERIÓDICO INTEMPORAL



PERIÓDICO INTEMPORAL DEDICADO A JUAN PASQUAU

Para que vuelvan a acercarse a la obra del escritor ubetense quienes tuvieron la suerte de conocerlo, para que lo descubran quienes no lo conocieron, para que todos crezcan en permanente conversación con sus escritos y su pensamiento.

jueves, 28 de febrero de 2013

DESCANSO ANTE SAN PABLO




La portada.— Junto a la iglesia de San Pablo, en la antigua Plaza del Mercado, cabe, un poco al margen de las fechas y de los datos históricos, una meditación. Buena perspectiva para divagar, ésta que nos ofrece la portada del Mediodía del templo, construida en tiempos del Obispo D. Alonso Suárez.

Andaba un poco errante, a la deriva, el arte cristiano.

Doce siglos, y aún no había encontrado su forma pura, liberadora; su vuelo ascensional. Demasiadas evocaciones paganas en la Basílica latina; sobra de molicie, exceso fáustico, prodigalidad desbordante, en Bizancio. Se debía respirar en San Lorenzo Extramuros, un tufillo romanista de Jurisprudencia, un aire espeso de vicia legislatura, sin ventilación de caridad. (En las Basílicas, ¡ay!, antes, los romanos habían administrado la justicia...) Mientras, en Santa Sofía, el ambiente se contagiaría de refinamiento, de academicismo, de áulica mundanidad. Bien que el románico impregnado de recios aromas cluniacenses, viene a penitenciar al Arte y a la piedra; y surge esa estructura monástica del estilo grave, denso de sobriedad, pleno de ascetismo. Pero el arte cristiano aspiraba a más. Quería el arte cristiano ofrendar la piedra al cielo, como un holocausto, en total dedicación anhelosa. Quería una asunción gloriosa de la materia: ambicionaba una humillación de la Física en aras de la Fe, emparentando esas cosas tan distantes, tan ajenas, como la piedra y la espuma, la realidad y el ideal. La materia y el espíritu habrían de fusionarse, de amigarse, en la unidad de lo duro y lo puro: en la comunión de lo alado y lo grave dentro de una medida loca de Amor. Y he aquí las catedrales y las iglesias góticas: primeras endechas de libertad, himnos triunfales de un propósito artístico que acaba de romper las cadenas. La piedra, sí, soltadas las amarras, arrojado cualquier lastre, busca sus periplos inéditos; inicia la grande, apoteósica singladura, en pos de la Divinidad. Es la era de las “formas que vuelan” superada, un momento, la hegemonía de las “formas que pesan”...

Ante la portada gótica de San Pablo —por ejemplo—, la imaginación también se advierte flamígera, como si de pronto notásemos un brillo nuevo en todos nuestros ideales antiguos.

La Fuente.— Hay en el exterior de San Pablo, adosada al ábside, una graciosa, monumental fuente renacentista, con los escudos, hermanados, de los Austrias y de la Ciudad.

Fuente muy original; de una suprema elegancia en su trazado. El agua —fugitiva, lírica— aporta la nota viva de su encanto versátil y eterno a la fisonomía compleja, cargada de recuerdos muertos, del monumento. Una fuente, ¿no constituye, probablemente, el más maravilloso ejemplo de la constancia en la inconstancia? Pasa la Historia y... queda luego como evocación: “funda” una arcada, o un pináculo, o una crestería, o una torre, y se perpetúa... en piedra. Y la fuente, irónica, se ríe de estas vanidades muertas. Ella es siempre pura actualidad. ¿No pasan las nubes —símbolo del tiempo que va y no vuelve— mientras la fuente permanece bordoneando en el silencio su júbilo de cristal? Pasan las nubes, pasan los hombres, pasan las mozas... Cada verano, muchachas nuevas con el cántaro en la fuente. Vírgenes que ríen la carcajada inevitable de sus burlas, y suspiran la zozobra secreta de sus amores en flor, y cuchichean el mismo tema junto al cuchicheo, siempre igual, del agua. El tema, eterno; la fuente, eterna; pero ellas, las mozas, como las nubes, como la historia, como el tiempo.

Junto a la iglesia, abrumada de glorias viejas, la fuente, manantial de juventud. ¿Alegría? ¿Melancolía de la fuente?

(De BIOGRAFÍA DE ÚBEDA)

(Ilustración: acuarela de Juan Valdivia)

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