Anochece acaso. Llueve. A lo
mejor suena la campana del convento. Soledad —vacío— para el musitar de la
llovizna. Silencio —ausencia— para la voluta de la sensibilidad. “Soledad
sonora”. ¿Es que la poesía y la verdad han de prender sus luz en los oros aúlicos,
en las exuberancias redundantes? Lo facundo no es lo fecundo. La poesía arraiga
en la nadería del matiz mejor que en la violencia del color. La verdad erige su
edificio en el hueco de todas las falsas razones huidas. El Amor, anida en la
caverna de los engañosos afectos extirpados. La luz, en la noche oscura.
Juan Pasquau, en el libro Dos temas de Úbeda, 1971
No hay comentarios:
Publicar un comentario