Ya se sabe que la sensación pasa
y la sensibilidad queda. Y que la sensibilidad —más cerca del alma, como que es
una especie de tegumento que recubre al alma misma—, al acusar el impacto de la
belleza se advierte jubilosamente enriquecida. Luego, embellecida la
sensibilidad, el mejoramiento del alma es tarea fácil.
Juan Pasquau, en Impresión de Cazorla, Diario “Jaén”, 10
de agosto de 1962.
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