Naturalmente estamos en la época
de la “amenidad”. La “amenidad”, la simple amenidad que no es siquiera
humorismo —si lo fuese, ya sería filosofía— es, por ahora, lo que interesa en
todo. Póngase un fondo de “música ligera”, bailable si puede ser, a cualquier
intento de la índole que sea, y la cosa pasará. La amenidad representa un recurso para los tontos y para los sabios,
bastante aceptable. Si se dicen vaciedades con amenidad, las idioteces llenan;
si se dicen profundas sentencias con amenidad, se perdona lo de “profundas” y
lo de “sentencias”…
Pero, claro, ni en religión, ni
en política, ni en poesía, ni en arte, ni en filosofía, ni en ciencia, puede entusiasmar la amenidad. Porque la
amenidad gusta pero es incapaz de enamorar, de apasionar, de conmover…
Juan Pasquau, en La amenidad, Revista Vbeda, enero de 1953.
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