Sepamos discriminar lo que es
problema de lo que no lo es. Y lo que ofrece grave dificultad de lo que la
ofrece leve. Y achiquemos los problemazos, plegándolos para que nos quepan, en
lugar de estirarlos para que nos llenen de pavor. Convivamos, en cualquier
caso, con el problema normal de cada día, hagámosle sitio y no tengamos prisa
en solucionarlo urgentemente. Eso puede hacer daño. No extirpemos de raíz todas
las dificultades, porque realmente ellas inmunizan un tanto y nos preservan de
las mayores. El problema de cada día preserva; y una vida sin problemas no
puede ser vida. Bien está que removamos los obstáculos, pero sin demasiada
prisa. De todas formas, cuidado. No suceda aquello de que, al extirpar la
cizaña, arranquemos al par el trigo.
Juan Pasquau, en Achicar los problemas, Diario Ideal, 19 de septiembre de 1974.
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