El mundo no empezó ayer. El mundo es antiguo, y los siglos que se fueron nos han dejado su modo y su estilo en las tradiciones. Y como no hemos inventado nosotros al mundo, ni somos quien para guisar las creencias de veinte siglos con una salsa nueva; como el niño que hizo germinar en nosotros al hombre que somos, ayudó los primeros brotes de su fe y de su amor, con las celebraciones de Semana Santa... pues ahora, al advertirse en posesión de un tesoro de preciosas memorias, acierta a convertir en proyecto de vida cristiana esa vaharada de sensaciones y de sentimiento que le trae cada año, a los hombros del tiempo, la procesión. La procesión cargada, gloriosamente cargada, de voces y de ecos; con la luz renovada de todos los Viernes Santos que se fueron; con el color anticipado de todos los Viernes Santos que vendrán.
Juan Pasquau, en Carta de Úbeda, Revista Gavellar núm. 4, marzo de 1974
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