Nos situamos de espaldas a Dios y luego nos quejamos de que no lo vemos. ¿Cómo vamos a verlo? Él no gira alrededor nuestro. No es nuestro satélite. Si queremos ver en la noche al sol, hay que mirar hacia donde sale y, luego, aguardar su levante. La fe es exactamente eso. Es una postura. Un colocarse para cuando amanezca.
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