Se levantan pequeñas trampas, y el inocente cae. Pero ríen los dos: el burlador y el burlado. Si la "inocentada" pudiera montarse a alto nivel, a escala internacional, el mundo entero se carcajearía, y puede que se sentasen así las bases para una paz mundial. En la broma está el principio de la sabiduría.
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