Los deportes son cosa estupenda. De por sí, constituyen «juegos», maniobras o actividades de diversión. Siempre se dijo «jugar al fútbol», o «jugar al tenis». Lo que sucede es que ya nadie los toma de verdad como juegos. Los toma demasiado en serio. Muchísimos hombres ponen en el fútbol la pasión que no saben poner en un ideario, en una creencia, en un amor. A esta malversación de los afanes y de la emotividad de las gentes responde el mimo que los medios de publicidad hacen a los deportes. ¡Cuántas cosas nobles empiezan a ser tomadas por chunga por la gente! Pero el gol, no. Al gol va a haber que tratarle de usía.
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