Un niño de pocos años me ha dicho que él, hasta ahora, no había sabido que las almendras dulces de la Nochebuena... tienen almendra "de verdad" dentro. Creía, por lo visto, que eran obra exclusiva de la confitería y que nada ponía el piñón en la peladilla. Yo voy creyendo que una cosa semejante pasa en la mayoría de los hombres con la Navidad: hemos olvidado la idea que lleva dentro (...). Pienso si al llegar esta época del año la bondad, y la paz, y la buena voluntad, no protestarán un poco de que se las presente como virtudes de repostería para el buen "confort" de nuestro ánimo, cuando ellas claman más bien por una vigencia pujante, desnuda, ardorosa y fuerte en el pensamiento y en la acción.
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