Es una plaza para la colaboración del cielo y de la historia. La historia —tan versátil— se solemnizó de piedra, se aquietó en arte. Y, cada hora, el cielo —celajes violeta del amanecer, nidios profundos de la mañana esplendente, arreboles ebrios del ocaso, cielos plúmbeos de noviembre, cielos manchados de luna de Nisán, rotundos fervores azules de mayo, fatigados crepúsculos del hartazgo estival—, cada "momento", el cielo matiza de fulgores inestrenados a esta monumental Plaza, cuajada de serenidades, sedimentada de teología y de humanismos.
(De BIOGRAFÍA DE ÚBEDA, 1958)
(De BIOGRAFÍA DE ÚBEDA, 1958)
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