No soy de quienes creen que la fe de los cristianos está pidiendo fórmulas diferentes. Porque es cierto que hemos de curarnos de adherencias que pueden estorbar el brillo de nuestras verdades. Pero tal significa justamente eso: modificar el vestido, la solapa de nuestras creencias; nada, no obstante, de metamorfosear la fe. Porque no hubo una fe libélula de la que va a surgir una fe mariposa. El Credo no varía, aun a despecho de ciertos teólogos que cuando quieren acercar a Cristo lo alejan. Y cuando desean aclarar, confunden.
Juan Pasquau, en "1577-1977", en Jesús Nazareno, historia y presencia, 1978.
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