Aquí se vive el presente sin abdicar de la gloriosa carga
del pasado. No estorba aquí el pensamiento a la acción. Aquí se sabe que un
renacimiento puede repetirse cada mañana, que la belleza no se agota, que la
razón no cesa, que la bondad no se acaba. Aquí uno se siente más hombre porque
aquí el ayer no queda en suspiros, sino que azuza los «lebreles de Dios» en
vocación de Esperanza.
No:
no ha muerto Dios y, además, queda hombre para rato.
Juan Pasquau, en Biografía de Úbeda, 1958
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