La religiosidad vuelve, al hombre
y al mundo, hacia Dios. El mundo y el hombre tienen, a veces, la debilidad de
creerse autónomos. Es como un olvido. O, quizás, como un despiste. También, en
contados casos, un deseo oscuro.
Pero el hombre, que puede flotar
ya en el espacio, en el cosmos, no puede alentar en el vacío espiritual. Nadie puede
separar (?) la fuerza de gravedad de los divino. Ser religioso es saber que
Dios tiende su cable al alma de todos, al alma de cada uno.
Juan Pasquau, en Semana Santa en Úbeda, Revista Vbeda, 8 de abril de 1965.
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