El sensacionalismo no sirve a una
idea, no sirve a un partido, no sirve a un interés más o menos noble. El
sensacionalismo rinde vasallaje al sucio deseo inconfesable —deseo de que todo
se invierta o pervierta— yacente en los últimos escondrijos del alma humana.
Porque al sensacionalista no le importa nutrir de verdad al lector, sólo
pretende excitarle. La veracidad y la honestidad deben presidir lo que se
escribe, como lo que se dice. Esto es lo difícil. No dejarse aprisionar por la
triple cadena: la cadena de hierro, la cadena de oro y la cadena de rosas.
Porque no es que el escritor deba ser el blando —interesadamente blando— que
todo lo encuentra bien. En ocasiones, la dureza, la fuerza, incluso la crudeza,
son notas de la verdad y la honestidad. Lo que no puede ser nunca el escritor
es empresario del escándalo.
Juan Pasquau, "El obispo habló a los periodistas", Diario Jaén, 3 de febrero de 1960
2 comentarios:
Esto si que es actual! No sé cómo reaccionaría ahora Don Juan ante lo que ahora se ve y ocurre, pero imagino que buscaría cómo potenciar la lectura en tablet antes que la TV
Totalmente actual. Ahora, desde el poder, se llama "bulo" a cualquier noticia sensacionalista que pueda dañar su imagen. Don Juan tendría hoy día mucho que hablar de la honestidad; vendría continuamente "a cuento", por su absoluta carencia.
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