Cada vez se mira con más naturalidad lo extraordinario. Quizás porque vivimos un tiempo en que es extraordinario todo lo que sucede. Hubo siglos en la Historia —tiempos felices a lo mejor— que se sometían, dóciles, a la pauta de lo ordinario. Porque si siempre hubo inventos, revoluciones, catástrofes, sucesos en fin, felices o desgraciados, en el devenir de la Humanidad, fuerza es reconocer que los tales no se prodigaban: eran hitos, "piedras miliares" que marginaban muy de tarde en tarde la ruta de las edades y de los milenios. Por eso, tales sucesos acaparaban la atención. Como excepciones que eran de una regla constante, de una marcha aproximadamente igual en la que cuando se preveían los altibajos y los riesgos se les daba el nombre expresivo de "accidentes". Pero hoy, diríase que los accidentes son la norma.
Juan Pasquau, en Editorial, Revista VBEDA núm. 126, octubre de 1963