BLOG SOBRE JUAN PASQUAU - PERIÓDICO INTEMPORAL



PERIÓDICO INTEMPORAL DEDICADO A JUAN PASQUAU

Para que vuelvan a acercarse a la obra del escritor ubetense quienes tuvieron la suerte de conocerlo, para que lo descubran quienes no lo conocieron, para que todos crezcan en permanente conversación con sus escritos y su pensamiento.

domingo, 8 de mayo de 2011

SANTA MARÍA DE LOS REALES ALCÁZARES





Es uno de los templos ubetenses que más transformaciones y reconstrucciones ha sufrido. No hay por consiguiente en él unidad arquitectónica. Templo sedimentario —lo definiríamos— en el que diferentes estratos artísticos se superponen, se mixtifican y se agregan en heterogéneas asociaciones. Templo “romántico” —diríamos también— cuya morfología ha sido repetidas veces dislocada por la acción del tiempo, rota cualquier moderación. Cada época histórica confiere a Santa María su clamor inconexo y declina su modalidad desconectada. A la entrada del claustro, unos capiteles románicos pugnan por esgrimir su grito antiguo, aplastado: su grito apasionado por la balumba masiva de sucesivos, reiterados, ímpetus innovadores. Triunfa en el claustro la vigencia de un gótico ambientado de sutiles melancolías, de añoranzas que cuajan en serenidades. Y en el interior, en vano trata de imponer su autoridad la hegemonía renacentista; todo aparece como una ingobernable democracia artística (?), perdido cualquier equilibrio compensatorio. Los arcos de las naves se curvan en indecisas preferencias entre la ojiva y el medio punto, para quedarse, al fin, en indisciplinadas, “independientes” estructuraciones. El gótico florido, el plateresco, el puro clasicismo, y hasta el impuro barroco alguna vez, parlamentan —no sin vociferaciones— en el sacro recinto. A estas voces artísticamente autorizadas se unen —hay que confesarlo— intrusas resonancias de un “stajanovismo” apresurado, que nada tienen que ver con ningún estilo; son fruto de las restauraciones parciales hechas en este templo, después de la guerra civil.

Pero, en conjunto, una nota meritísima tiene nuestra Iglesia Mayor: la originalidad. Si resulta extraña, en sus detalles acusa sin embargo, a cada paso, un destello curioso de novedad; nunca, o rara vez, una vulgaridad. Tal virtud, excusa muchos posibles defectos.

Es, en fin, Santa María, un templo “a posteriori”, un templo que ha resultado. Porque sus construcciones y reedificaciones, parecen haber renunciado, de antemano, a todo supuesto previo, a todo parentesco y a toda continuidad. ¿Cuántos obispos reformadores han dejado su huella en este templo? Nombres y fechas en los muros, en las puertas, en las bóvedas de la antigua Colegiata; nombres y fechas correspondientes a otras tantas restauraciones, supresiones, derribos, erecciones, enmiendas. Aquí, la huella del canónigo Becerra, allá la del Obispo Dávila, enfrente la del beneficiado Sagredo... Acá, las armas del prelado Mendoza; arriba el escudo de Suárez de la Fuente del Sauce...

(De BIOGRAFÍA DE ÚBEDA)

3 comentarios:

E. Santa Bárbara dijo...

Ya se han encargado de uniformarlo.

Manuel Madrid Delgado dijo...

Ya sí es un templo unitario. En Santa María, ya no hay estratos artísticos que se superpongan, se mixtifiquen y se agreguen en “heterogéneas asociaciones”, porque todo es homogéneo. Ya no es un templo “romántico” y la acción de la Junta de Andalucía y del Obispado ha colocado lo que dislocó el tiempo. En Santa María ya no es posible encontrar el “clamor inconexo” y la “modalidad desconectada” de cada época histórica: todo ha sido ya conectado. El claustro ya no está ambientado de “sutiles melancolías, de añoranzas que cuajan serenidades”. En el interior, finalmente, no ha impuesto el renacimiento su hegemonía: ha resultado vencedor el neomudéjar relamido de resonancias marbellíes. En el sacro recinto ya no pueden parlamentar ni vociferar el gótico florido, el plateresco, el puro clasicismo y mucho menos el impuro barroco, contra el que se ha instruido una causa general y ha sido condenado como culpable de todos los males de Santa María, ya sanados por la magia que se ha hecho en la misma. “Nuestra Iglesia Mayor” ya carece hasta de su “nota meritísima”: la originalidad. Porque ya no es original (salvo que lo original sea el silencio con el que se han consentido tantas barbaridades o la complacencia generalizada por la nueva Santa María), porque los destellos curiosos de novedad han sido sustituidos, masivamente, por una vulgaridad de grado sumo; todo es vulgar en la nueva Santa María: vulgares los mármoles, vulgar el artesonado, vulgar la iluminación, vulgares las imágenes, vulgar el sonido de las neo-campanas. Los “muchos posibles defectos” de Santa María ha sido subsanados, enterrados, redimidos, por la ola de vulgaridad que ayer se bendijo, complacientes todos. Santa María ya no es un templo “a posteriori”, todo es ya “a priori”. Para Juan Pasquau era un templo que había resultado, para el arquitecto y la Junta era un error que ha encontrado ya reparación: todo se amolda ya a un supuesto previo, a un parentesco y a una continuidad. La democracia artística de Santa María ya no existe, aunque los paniaguados vengan ahora a contarnos milongas. Esto, si lo hacen con el Salvador de Sevilla o con la Catedral de Baeza, los corren a gorrazos.

Anónimo dijo...

Entré ayer a Santa María. Si no me hubiese casi criado dentro de sus piedras diría que la han dejado bonito, pero lo que senti al entrar fue una verdadera tristeza, porque esa Santa Maria no se parece en nada a la que cerraron y es algo sin sentimiento.