BLOG SOBRE JUAN PASQUAU - PERIÓDICO INTEMPORAL



PERIÓDICO INTEMPORAL DEDICADO A JUAN PASQUAU

Para que vuelvan a acercarse a la obra del escritor ubetense quienes tuvieron la suerte de conocerlo, para que lo descubran quienes no lo conocieron, para que todos crezcan en permanente conversación con sus escritos y su pensamiento.

martes, 17 de abril de 2012

PARA ENAMORAR, ANDUJAR





Provincia de Jaén...

Jaén es un afán que aflora, como venero exultante, de su catedral —bellísima catedral—, para derramarse luego, generoso, a través de sus campos, ciudades, villas, aldeas... Se ha adensado Jaén en su catedral —cuenco para la vida interior— y, después, se ha extravertido en proyectos luminosos.

Ahí está Baeza. Casi la Reina Madre del «Santo Reino», cargada de añoranza, alcurnia, bondad. Baeza es como la abuelita: un regazo para el consejo. Tiene el Santo Reino en Baeza, capitalizado en historia, todo un tesoro. Tesoro obrado, patinado de poesía y romance, Baeza es la violeta —flor de melancolía— que irradia su fragancia a toda la provincia.

Pero si Baeza es la Reina Madre, Úbeda es la primogénita. Úbeda, destilando espiritualidad por los cuatro costados, ungida de temblorosa ansia, tiene un alma sanjuanista, carmelitana, mística. Todo haría presumir en Úbeda una ciudad llamada a la santidad o al heroísmo, si no hubiera existido el Renacimiento. Porque el Renacimiento es el galán que se instala en el alma de la ciudad infanzona. Úbeda, «iba para monja», pero... Úbeda, sin abjurar de su espiritualidad, matrimonia con el viento. Con el viento, eso es. Porque es ella pureza y gracia, y el viento «la ciñe por la cintura». Ella es serenidad que aplaca los ímpetus dionisíacos; que remansa el viril empuje que llega de Italia con fanfarrias paganizantes. La ciudad de las torres, esposa —que no amante— de un Renacimiento que se dulcifica y amansa; de un Renacimiento en que el ideal, ¡Grecia en Gracia!,se personifica. (Jaén, ennoblecido de Baeza, dejó casar a Úbeda —infanzona— con el Renacimiento. No se me diga profano, ni liviano, ni irreverente, ni tonto, si digo que el Renacimiento es el yerno de Jaén. Se me viene a la punta de la pluma y...)

¿Y... Linares? He aquí el «hijo» emprendedor, juvenil, ardiente, eficiente. Linares ayuda a Jaén a llevar la familia. Es el varón —poderoso varón— que trabaja, estudia y vibra. Ferviente Linares, para el esfuerzo y la lucha, para el ímpetu alegre, para la dinámica euforia estimulante. Arrancando secretos de plata al hosco suelo. Linares minero, que transmuta su calor en quehacer. Plantel de esperanzas... Linares, palenque. Varón de deseos, Linares.

Casi se haría interminable. Hay que renunciar a seguir nombrando los miembros de la familia jaenera. Martos, Alcalá, Cazorla... Pero, claro, la visión de Jaén, esa provincia ejemplar, queda realmente mutilada si de pronto no nos ponemos a hablar de Andujar.

Porque Andujar es la dulce, limpia, bellísima virgen —ciudad doncella—, prometida de todos los ensueños de Jaén.

Andujar doncella. Esbelta Andujar, modelada en cerámica de gracia y sal. Mientras Jaén trabaja y Baeza poetiza, Andujar sonríe. Y da la impresión de que todos los pueblos hermanos —celosos— están dispuestos a batirse por ella. ¡Como si no, asomada a las puertas de Andalucía, ella es, en el Santo Reino, la depositaria de las mejores esencias béticas! Porque es el caso que nuestro Jaén (toda su geografía conjunta) es la primera estrofa del poema andaluz; pero una estrofa con alma castellana todavía. De tal forma que en Jaén, el encanto meridional se pronuncia aún con dejo extraño... ¡Y en Andujar no! Andujar es el brote plenamente andalucista en una prole insuflada de atavismos. Por eso, en el concierto de los pueblos de la provincia, es la alegría de la casa. ¿No está ahí, al lado, Córdoba sultana, reclamándola, queriendo llevársela, solicitándola vehemente, casi pleiteando por adoptarla? Pero Jaén sabe que es suya. Y la quiere, y la guarda, y la regala, y la mima.

Es la causa de que, en presencia de Andujar, antes que nada surja el piropo. Porque Andujar piensa, siente, goza, reza y vive como una mocita. Tiene alma de cascabel. Y voz de muchacha casadera. Toda Andalucía está repicando a gloria dentro de su espíritu.

Y es que Andujar es en la provincia de Jaén la personificación de la gracia. Andujar es el «toque delicado», que «a sal eterna sabe». La historia la ha ennoblecido de gestas.

La Santísima Virgen de la Cabeza, Patrona eximia de la diócesis, la ha acogido muy especialmente bajo su manto. Ella —Andújar— sabe ser agradecida y corresponde con moneda de la mejor alegría. Una alegría acuñada de genuina espiritualidad.

Para admirar, Jaén; para añorar, Baeza; para pensar, Úbeda; para imitar, Linares. Para enamorar, ¡Andujar!

(PRIMER PREMIO DE LOS JUEGOS FLORALES DE ANDUJAR, 21 de abril de 1960)

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