BLOG SOBRE JUAN PASQUAU - PERIÓDICO INTEMPORAL



PERIÓDICO INTEMPORAL DEDICADO A JUAN PASQUAU

Para que vuelvan a acercarse a la obra del escritor ubetense quienes tuvieron la suerte de conocerlo, para que lo descubran quienes no lo conocieron, para que todos crezcan en permanente conversación con sus escritos y su pensamiento.

miércoles, 12 de mayo de 2010

ES DIFÍCIL ELEGIR




Ahora, como siempre, se sofistica, y se sofistica más porque hay un exceso de instrumental –libros, propagandas, "slogan" para la política como para el mercado– que facilita la defensa de todo. Hasta de lo indefendible.

Pero no es que todo sea sofisma en el mundo moderno. Respecto de la Cultura actual, sucede que hay demasiados análisis de las cosas. Se las estudia quizás con exceso, se las mira hasta lo exhaustivo, se las observa con tal minuciosidad que no es difícil que nos quedemos sin saber lo que son.

Por eso la terapéutica y la cura de este mundo que todos convienen en decir que está muy enfermo, resulta tan espinosa. No es extraño. Hay demasiados buenos políticos, demasiados métodos filosóficos e ideológicos, demasiadas “inspecciones" para cualquier problema.

Un buen médico bastaría. Pero nuestra sociedad acude a la consulta de muchos buenos médicos y cada uno prescribe a lo mejor un sistema maravillosos, pero irreconciliable con el sistema del otro médico estupendo. ¿Qué hacer?

Si el mal radicase sólo en el error, como éste no es muy difícil de desenmascarar, el remedio sería accesible. Porque cuando hay varios malos médicos, al enfermo le queda la solución del médico capaz. Pero ¿y si los varios son, precisamente, en apariencia al menos, los capaces?

El mundo duda más que nunca porque hay mucho donde elegir. Las soluciones, así, se atrasan. Se pierde mucho tiempo en las tiendas bien abastecidas. (Es fatal, encontrarse con que, detrás del mostrador, le ofrecen a uno –unas al lado de las otras– varias corbatas "a cual mejor". Es fatal, digo, porque así, ninguna corbata parece inmejorable. La única condición para que una corbata sea inmejorable, es, probablemente, la de que sea "única"; esto es, que se ostente junto a otras fachosas. Es la forma de que uno se la lleve.)

No es esto decir que abunde lo bueno. Ahora bien; abunda lo que bajo algún concepto se hace apetecible, lo que es igual, poco más o menos, que decir que abundan los conceptos amables de las cosas: las tentaciones, en una palabra.

Se han perfeccionado tanto las "técnicas" de las cosas –aún de las más opuestas– que preferir es un problema. Si a Vd. le ponen en la disyuntiva absurda de elegir entre un pollo asado y un buen libro –¡cuidado, que infantilizamos!– la elección puede ser expedita, sin complicaciones, según el grado de sus aficiones gastronómicas o bibliófilas respectivas; puede tomar fácilmente una decisión. Lo peor será, para el bibliófilo, que el asado esté perfecto, inconmensurable. Podría verse tentado de rechazar el libro. En compensación, si el libro es único, si es libro "que hace la boca agua", el gastrónomo correrá el peligro de rechazar el asado.

A fuerza de analizar, de estudiar las cosas, los especialistas, sea cual sea su especialidad, han logrado que apenas exista algo que no presente, de cara, un aspecto deslumbrante. Lo bastante para que no se pueda rechazar de plano, absolutamente, casi nada. Lo bastante, también, para que casi nada se pueda aceptar incondicionalmente.

Bendecir y condenar eran antes operaciones facilísimas. El amigo o el enemigo, tenían antes facciones propias, inconfundibles. El gusto o el disgusto ante algo, se ofrecían con perfiles concretos. Ahora ¿quién bendecirá o condenará sin riesgos? Y ¿quién no encuentra parcelas desgajadas de su verdad amiga, en la tierra hostil? ¿Y quién ha escrito la última palabra sobre sus gustos?

En definitiva, no se trata de ningún escepticismo. Pero este mal de la Humanidad actual que proviene, según parece, de toda clase de refinamientos –en las ideas, en el arte, en la política, en la vida–, esta "crisis de perfecciones" en que nos hallamos inmersos, sólo tiene, seguramente, el remedio de la renuncia.

Hay como un "empacho helenístico", decadente, de la Cultura. Haría falta un doctor de los antiguos; uno que recetase dieta –ascetismo– a todas las manifestaciones vitales, agobiadas hoy de superabundancias.

De esta manera, luego, volveríamos a estar en condiciones de que lo elemental –lo claro, lo sencillo, lo discernible– nos nutriese.

(Diario JAÉN, 14 de febrero de 1956)


2 comentarios:

Anónimo dijo...

La abundancia de oportunidades, de información, de ofertas, nos aturde. Elegimos por azar, por cansancio, "porque sí"; corremos con riesgo de perder el hilo, el norte y el sentido. Y la abundancia de oferta y de información no es debida a una vocación de servicio, sino a ánimo de lucro: así, por recorridos azarosos como los que dibuja Mingote , cada cual acaba donde no imaginaba, igual que el internauta acaba, después de navegar sin brújula, en la página web más absurda e insospechada, de reclamo en reclamo.

Pero en mi caso, el azar de internet me ha traído a este blog. He tenido suerte. Aquí he llegado, y aquí volveré con frecuencia: las cosas que he leído parecen escritas para mi. Es sencillamente magnífico.

¡Qué buena la llamada de Juan Pascau a la renuncia como criterio para orientarse y avanzar con sentido!

Gracias.

Jorge P. Arribas.

Anónimo dijo...

Muchas gracias, Jorge, por tu comentario tan oportuno. Azares como el tuyo dan sentido a este blog: si te parece que los artículos de Juan Pasquau están escritos para ti, entonces esto tiene sentido.

Ojalá sigas viniendo aquí con frecuencia. Y ojalá los artículos de Juan Pasquau sigan provocando comentarios como el que tú nos has regalado. Otra vez gracias.

Miguel Pasquau.