BLOG SOBRE JUAN PASQUAU - PERIÓDICO INTEMPORAL



PERIÓDICO INTEMPORAL DEDICADO A JUAN PASQUAU

Para que vuelvan a acercarse a la obra del escritor ubetense quienes tuvieron la suerte de conocerlo, para que lo descubran quienes no lo conocieron, para que todos crezcan en permanente conversación con sus escritos y su pensamiento.

domingo, 16 de mayo de 2010

LA ASCENSIÓN



Se dice: «el cofre de la Tradición»; se ensalza: «el preciado tesoro de las costumbres ancestrales»; se reitera: «el encanto inmarcesible de lo típico»...

No es ciertamente «el cofre de la tradición», una caja de Pandora. No reserva sorpresas ni sobresaltos. Al contrario, sus motivos —motivos sahumados, con fragancia quieta de estancia cerrada— implican siempre un retorno sumiso «a lo de siempre», a lo conocido, a lo doméstico; llega uno de estos días de fiesta, tradicionales, y el alma se aparta de su ruta —torrencial ruta— para intentar describir el gracioso meandro romántico, un poco nostálgico, de lo costumbrista... Lo malo es que el costumbrismo empieza a ser ya una flor de trapo, un adorno artificioso de nuestros días metálicos, agrisados, de nuestra vida niquelada, con inerte brillo mineral...

En Úbeda, el día de la Ascensión nos lleva a San Millán, a la calle Valencia, a la Plaza de los Olleros... Recorre el barrio la procesión de «La Virgen de la Soledad». En el barrio está hoy, como no, todo el mercado —carrillos pintados de azul, con ruedas de bicicleta— de la chuchería: avellanas, garbanzos tostados, «coquitos», pipas, caramelos con futbolista, paquetes de «Ideales»... Y, ¡cuantas «mocicas», feas y guapas, Señor, cuántas «mocicas»!

Uno quiere ambientarse. La «tasca» del «Rubio» no está lejos.

Sillas de enea; mesas mugrientas de madera; vino en jarro de cerámica tosca. Tres hombres de blusa congregados junto a un tonel —el tonel les sirve a ellos de mesa— hablan apaciblemente de esas incidencias vulgares de que está tejida la existencia.
Lo «vide» ayer en Valdejaén. Me dijo que había «mercao» el mulo en la feria de La Carolina... Oye tú, «Rubio», que no «haiga» que decírtelo, hombre, que no «haiga» que decírtelo...

Y el «Rubio», sin prisa —¡oh esa prisa de los «bares» modernos!— abre la espita del tonel, llena el jarro, y sin decir palabra, lo alarga a los tres hombres apacibles...

* * *

—¡Padre, padre!, ya viene la Virgen, ¡ya viene la Virgen!
La nena ha entrado como una exhalación. Trae un vestido rojo, un lazo azul, unos calcetines blancos, unos zapatos de charol, un pirulín envuelto en el pañuelo, un fulgor de vida plena en la mirada. Es la nieta del tabernero.

—Padre; ya viene la Virgen, ¡¡ya viene la Virgen!! Y él, el tabernero, con la baba caída, poniéndose en cuclillas, abriendo los brazos para recibirla:

—Ven aquí, ¡«amapola»!

Y pasa la procesión…

(Firmado como “Anselmo de Esponera”)

(Revista VBEDA, mayo de 1950)

(Fotografía: Rafael Melero)

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