BLOG SOBRE JUAN PASQUAU - PERIÓDICO INTEMPORAL



PERIÓDICO INTEMPORAL DEDICADO A JUAN PASQUAU

Para que vuelvan a acercarse a la obra del escritor ubetense quienes tuvieron la suerte de conocerlo, para que lo descubran quienes no lo conocieron, para que todos crezcan en permanente conversación con sus escritos y su pensamiento.

viernes, 16 de agosto de 2013

EL CINE Y EL SOMBRERO





En ningún programa de vacaciones falta el cine. Pero para unos el cine es asignatura de una vez a la semana; para otros, alterna; para otros, diaria... De todas formas, en septiembre, ¡sobresaliente en cine!

El cine entra mejor que la química orgánica, porque claro está que Sofía Loren no es ningún aldehído. Tampoco Gregory Peck es ningún aminoácido. ¡Y si la tecnología fuese tan digerible como las cintas de la «Paramount»! Y por supuesto que en el taller no se fuma y en cine de verano sí.

Hay jóvenes que parodian aquello del vino y dicen: «Si el cine perjudica a tus estudios, deja los estudios». Después, como excusa, añaden: «El cine es instructivo, da cultura, informa».

Sí; el cine informa e instruye en muchas cosas. Hay, sin embargo, quien sigue sospechando que también deforma. Todo deforma cuando se ingiere en grandes dosis. Hasta el agua, tan inocua, deforma, bebida en abundancia, el vientre de los señores mayorcitos. Ahora bien, el cine no es como el agua. Por lo menos, es como el vino. Mucho cine intoxica, embriaga y puede hacer enfermar al alma de gastritis.

La gastritis cinematográfica se manifiesta con diversos síntomas. Naturalmente,  película que se repite mucho, que vuelve una y otra vez al recuerdo, mal negocio. Interesarse por la película durante la proyección es lógico y saludable. Pero si luego no te duermes pensando en los lances y trances de la película, es que se te repite. Entonces, pienso yo, habrá que tomar un poco de bicarbonato...

Además hay películas que, de por sí, son indigestas. No te las tires de... estómago fuerte. Hay películas positivamente nocivas. No vengas con lo de que tu «formación» las tolera todas. Eso de que estás del todo «formado» es un cuento. Si estás definitivamente formado es que ya no eras joven. Sólo después de los setenta años se deja de adelgazar o se deja de engordar. Y sólo después de que las arterias se endurecen se impermeabiliza el alma.

¿Quién te puede aconsejar que no vayas al cine? Es imposible prescindir del cine, como lo es prescindir del automóvil, del paseo o de los amigos. Lo que sucede es que algunos piensan que el cine, además de una diversión, es una escuela, y se pone a escribir un libro que se titule De la imitación del Cine, de la misma manera que hace ocho siglos un buen fraile se dio a la tarea de exhortar a la Imitación de Cristo. No exagero. Muchas revistas cinematográficas —o seudo cinematográficas— hay por ahí, cuya lectura, cada domingo, intenta anular la lectura del Evangelio del domingo.

No seas ingenuo. Un católico no desentona ni mucho menos cuando entra en un cine. Pero al salir, bueno es que se quite el cine de la cabeza y recoja de la butaca el sombrero. Y no al revés, como algunos que yo sé.


(SAFA, Núm. 22, 1963)

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