BLOG SOBRE JUAN PASQUAU - PERIÓDICO INTEMPORAL



PERIÓDICO INTEMPORAL DEDICADO A JUAN PASQUAU

Para que vuelvan a acercarse a la obra del escritor ubetense quienes tuvieron la suerte de conocerlo, para que lo descubran quienes no lo conocieron, para que todos crezcan en permanente conversación con sus escritos y su pensamiento.

viernes, 4 de marzo de 2011

¿FOLKLORE UBETENSE?





¿Es Úbeda folklórica? Creemos, sinceramente, que no. El folklore suele ser un conjunto residual —casi un cementerio— de buenas y malas antigüedades difuntas, pero espléndidamente embalsamadas, entre las que florece, en ocasiones, la flor de un tipismo gracioso. Costumbres castizas hubo —y queda probablemente alguna— en Úbeda. Pero tales costumbres que a nosotros, los naturales del pueblo, nos pueden parecer encantadoras por ser nuestras, no tienen un valor real, cotizable, fuera de la “frontera”... del término municipal. No es Úbeda folklórica porque sus casticismos no han cristalizado, no se han osificado en permanentes motivos de atracción turística: se han perdido del todo o yacen en la penumbra del recuerdo, semiolvidados. No quiero esto decir que los motivos ubetensistas valgan necesariamente menos que los de otros pueblos. Quizás es, sólo, que han tenido menos suerte.

Claro está, por otra parte, que la intimidad familiar, sin trascendencia al exterior, de nuestros tipismos, les prestaría un fervor más genuino en caso de conservarse. Pero —repetimos— se han disgregado como arenisca. Por carecer de esa artificiosa urdimbre que mantiene a los casticismos en pie cuando alguien se encarga de momificarlos, hoy son, nada más, ceniza de pequeños sucesos. No es posible resucitarlos. Naturalmente, Úbeda conserva sus “tradiciones”; pero esto es distinto. Si hablamos, por ejemplo, de nuestras “tradicionales” procesiones de Semana Santa, es porque ellas representan la pura tradición sin adherencia folklórica alguna. Estas muestras de tradición tienen un valor sustancial, objetivo y, por ello trascienden al exterior sin necesidad de acartonarlas en el tipismo o, precisamente, por no radicarlas en él. “Lo que no es tradición, es plagio”, escribía Eugenio d’Ors. El folklore es plagio; luego es anti-tradición.

No hay paradoja en el hecho de que la Úbeda monumental e histórica, carezca de folklore. No hay paradoja, sino todo lo contrario. El Arte y la Historia reflejan —y, por una vez, usaremos términos shopenhauerianos— al “Mundo como Voluntad”. En todos los casticismos yace, en cambio, pasiva, la inercia del “Mundo como Representación”. Que Sevilla sea más folklórica que Córdoba, o que Toledo o Santiago de Compostela sean menos castizos que unas zambras del Sacromonte granadino, no están diciendo que la Historia es un valor cuya presencia o influencia está más allá de la costumbre, en el sentido peyorativo que a la “costumbre” suele dársele. Y que el casticismo o el tipismo, tienen una actualidad que se mueve por resorte, una actualidad sin palpitación y sin vida. La Historia y el Arte son valores; el folklore es una amenidad: muestra sin valor, bagatela. La Historia y el Arte, son categorías vivas; el folklore es una anécdota en conserva que ha llegado hasta nosotros. Historia es el Cid, o Julio César; folklore es la tumba de Tutankamen...

(De Biografía de Úbeda)

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