BLOG SOBRE JUAN PASQUAU - PERIÓDICO INTEMPORAL



PERIÓDICO INTEMPORAL DEDICADO A JUAN PASQUAU

Para que vuelvan a acercarse a la obra del escritor ubetense quienes tuvieron la suerte de conocerlo, para que lo descubran quienes no lo conocieron, para que todos crezcan en permanente conversación con sus escritos y su pensamiento.

viernes, 5 de marzo de 2010

LAS INFLUENCIAS



Un destacado periodista madrileño ha interviuvado recientemente al corresponsal de prensa, por lo visto, más joven del mundo. Tiene quince años y manda artículos a Venezuela en donde ha pasado gran parte de su hasta ahora corta vida. En la entrevista con el veterano se expresa el bisoño con un desparpajo que verdaderamente deja al lector un poco turulato.

Porque entre otras “audacias”, cuando pregunta al novel –que estudia actualmente el bachillerato– a qué escritor debe más, responde: -A ninguno, porque cuando veo que uno puede influir sobre mí, lo dejo...

De manera, que el jovencísimo periodista, cuyo nombre no hay por qué repetir, tiene el prurito, como tantos otros imberbes de su “promoción”, de no parecerse a nadie. Esto es ahora muy corriente. Esto, ¿se llama originalidad? Hasta cierto punto esto en literatura, constituye un propósito loable aunque prácticamente imposible. Lo gracioso viene cuando nuestro preopinante expresa su procedimiento de no dejarse influir; cuando dice que aparta de su vista los autores que puedan dejar huella visible en él. Receta maravillosa, decimos nosotros. La ironía de Cervantes, ¿puede contagiarnos su manera? Pues desechemos a Cervantes. El vigor de Shakespeare, ¿es capaz de infiltrarse –¡qué otra cosa quisiéramos!–, en nuestro estilo? Pues afuera Shakespeare. Y ...¡ay de Goethe, si alguna vez intenta pasar de matute un poco de serenidad a nuestra alma! ¡No lo volveremos a leer! !Palabra!

Si el caso del joven de bachillerato que manda crónicas a un periódico de Caracas, constituyese un caso esporádico; si su ingenua petulancia fuese insólita, aislada; si no significase un estado de opinión entre los de su edad y entre algunos otros literatos y periodistas un poco más granaditos, un poco menos noveles, la cosa carecería de importancia y no merecería apenas comentarios. Ni siquiera este pobre comentario mío.

Pero no; la cosa –o el caso– está muy extendida. En el mundo literario –en el periodístico algo menos– hay ahora una “originalitis” que pasma. No digamos leer a un clásico: leer a “uno del noventa y ocho” –pongamos por ejemplo– o con mucha más razón a “uno del siglo de oro” es signo de mal gusto. Síntoma de mentalidad anacrónica en el criterio de ciertos “snobs” de nuestra hora. Porque diríase que en los de la última hornada subsista, expresa o tácita, la opinión de que la formación literaria es un mito. Siempre el joven que iba para escritor se entretuvo con hojear –hojear por lo menos– a los maestros más o menos excelentes que le han precedido. No buscaba con esto parecerse a nadie: pero si, luego, una mansa influencia de alguien se dejaba traslucir en su estilo, la cosa no era demasiado de temer. Porque si había estro, si había inspiración, las influencias serían desbordadas. Y porque, en última instancia, el dejarse influir no era pecado. ¿Es que los mejores de cada época han dejado alguna vez de confesar sencilla, y gozosamente inclusive, sus deudas intelectuales o simplemente estéticas hacia los mejore de otras épocas? Pero, a lo que parece, en el sentir nuevo, las influencias no forman, sino que deforman. Porque hay que ser original. (Y sin embargo, ¡cuánto se parecen entre sí los unos a los otros, los llamados originales! A lo mejor, ¡quién sabe!, es una venganza de las pobres difamadas “influencias”.)

Supongamos, ¡qué sé yo!; supongamos a un inventor que para inventar, prefiere empezar por ignorar a Edison. La cosa no tiene explicación, a no ser que lo que el inventor se proponga sea inventar el gramófono.

No debemos ni queremos pensar que éste sea el caso del flamante y jovencísimo periodista que escribe para la prensa de Caracas...

(Diario JAEN, 2 de mayo de 1958)

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