BLOG SOBRE JUAN PASQUAU - PERIÓDICO INTEMPORAL



PERIÓDICO INTEMPORAL DEDICADO A JUAN PASQUAU

Para que vuelvan a acercarse a la obra del escritor ubetense quienes tuvieron la suerte de conocerlo, para que lo descubran quienes no lo conocieron, para que todos crezcan en permanente conversación con sus escritos y su pensamiento.

jueves, 4 de noviembre de 2010

¿QUIÉN DESCANSA?




...Todo el mundo suspira por "unos días de descanso” y la verdad es que, actualmente, unos días de vacaciones los tiene cualquiera. Lo que ya resulta dudoso es que las vacaciones coincidan con el verdadero descanso. Porque, para no pocos, las vacaciones precisamente se identifican por un inusitado ajetreo. ¿Descansa de verdad un viaje? ¿Descansa la playa? ¿Descansa una sala de fiestas? ¿Descansa acostarse a las tres de la madrugada y levantarse a las once?

Pero, como según muchas personas, lo que descansa verdaderamente es el llamado "cambio de ambiente", poco importa dormir menos y beber más –que a esto se reducen no escasas vacaciones– con tal que desaparezca unos días de la vista la oficina, la fábrica o el lugar de trabajo...

La verdad es que sabemos poco del cansancio y de sus remedios. Porque tampoco es raro leer que el auténtico cansancio no se produce sino en plena ociosidad, y que interrumpir un ritmo creciente de laboriosidad –interrumpirlo súbitamente en las vacaciones– conduce al "periodo de depresión". ¡En qué quedamos! Lo cierto, parece, es que el descanso de cada uno requeriría un tratamiento distinto. Deberían existir "especialistas" del descanso, como hay especialistas de digestivo, o de pulmón y corazón. Porque el descanso que sienta bien a unos viene mal a otros. Si a cada veraneante se le recetase una clase específica de descanso, se evitarían bastantes complicaciones. ¿Por qué metemos en el mismo saco al cansancio psíquico y al cansancio físico siendo cosas tan distintas? A muchos vendría bien una "cura de aburrimiento" y, por el contrario, a otros, sentaría de perlas un cursivo intensivo de diversiones a todo pasto.

Se dice, por ejemplo, se dice mucho, aunque generalmente se oiga poco, lo de que el mejor complemento de las vacaciones es el libro, es decir, se apela al descanso de la lectura. Pero ¿es esto siempre cierto? Quien se pasa el año leyendo, ¿descansará con los libros? Tampoco descansará, naturalmente, bailando o practicando deporte, el bailarín o el deportista. Pero este es el error de todas las vacaciones. No siempre lee en el verano el que durante el invierno vende telas en un comercio o hace números en una oficina; quienes leen en el verano son, precisamente, los que ya han leído en el invierno. Y quienes bailan o practican deporte en verano son también los mismos que no han dejado el deporte o el baile desde octubre a junio. Entonces resulta que nadie descansa verdaderamente en vacaciones, que nadie cambia radicalmente sus actividades aunque se desplace miles de kilómetros, que el viaje en fin no aleja al "yo" de sus aledaños.

¿Se impondrá alguna vez una disciplina contra esta anarquía psicológica de las vacaciones? ¿Veremos en alguna ocasión cómo al llegar agosto, los comerciantes cambian el "Libro mayor" por el libro de filosofía y los intelectuales abandonan por unos días a Shopenhauer para bailar el "rock-and-roll"?


* * *


Piensa uno estas cosas en pleno campo castellano. He ahí los pinos, el viento, las mariposas, los pájaros, las hormigas. Hay una quietud, una calma radical, infinita. Dentro, mis pulmones se esponjan en clara, limpia comunidad con la naturaleza. Y hasta se inicia un leve retozo en los músculos, ya algo cansados, de mis piernas. Yo debiera comenzar una carrerita a campo traviesa, ahora que no me ve nadie. Una carrerita tonificante que sorprendiera a los pequeños lagartos que se asoman al sol entre la hierba. Yo debiera, sin más, acometer la empresa de trepar árbol arriba. Intentarlo por lo menos, hasta hacerme un rasgón en el pantalón o arañarme gozosamente en la muñeca. Yo debiera recordar que una vez tuve once años y que esos once años no han desaparecido, que los llevo dentro en el alma y en la sangre, y que es necesario darles una pequeña libertad, descerrojarlos de vez en cuando... Yo debiera evadirme unos instantes, descansar de mi mismo unos minutos. ¿Por qué, entonces, me he traído al campo este libro, llevo este libro debajo del brazo? El libro se titula: Historia Política de la España Contemporánea. El libro dedica páginas y páginas a Prim, a Castelar , a Sagasta. Luego dedica páginas y páginas a Cánovas, a Silvela, a Romero Robledo... El libro no dedica ni una sola página a los árboles, a los pájaros, a los juncos que crecen junto al río, a los pequeños lagartos que se esconden a mi paso.


(Diario JAÉN, septiembre de 1968)

No hay comentarios: